Trabajando con temas bíblicos, en clase con la profesora Susana Poch, llegamos al Cantar de los Cantares. Tiene ese nombre superlativo, que lo anuncia como el cantar más excelso de todos los cantares. ¿Y cómo es que un texto de tan alto nivel erótico ha sido incorporado –pese a las vacilaciones – al canon bíblico?
Porque en realidad, no deja de ser un texto sagrado. En sus versos eróticos, en los que el sexo es el protagonista absoluto, dialogan la amada, el amado y el coro. Pero su contenido es pasible de ser interpretado en diferentes niveles de abordaje: religioso, metafísico, mítico, alegórico… una antología al fin, con cuentos, monólogos, diálogos y temas variados que incluyen agricultura, vivienda, uniones familiares, madre, hermanos; el amor en términos generales.
Se trata de poemas compilados de siglos anteriores, armado de retazos, que adquieren su forma durante el exilio de Babilonia. Su mítica es florida y tan fecunda como toda esa naturaleza que reverbera en sus versos. Hay varias lecturas.
En la lectura que hace el Cristianismo el Cantar representa el amor entre Dios y la Iglesia. Para el judaísmo, dialoga Dios y la shejiná, su parte femenina, así el vínculo no es erótico y permanece en el registro religioso. Una lectura secular también habilita el texto, pero siempre y cuando se perciba como metáfora.
.-.-.-.-.-
Voy a contarles una derivación del Cantar, con la historia de LAS BEGUINAS, que fue un movimiento de mujeres que se inició en el siglo XII. Nadie escuchó hablar de él, porque permaneció ignorado hasta que lo descubrió el movimiento feminista del Siglo XX.
La historia comienza en Bélgica en una abadía dirigida por Hildegard de Binden, una respetada monja – abadesa, filósofa, médica, científica, poeta tal vez – que da a conocer su propia interpretación del Cantar de los Cantares. Lo considera un himno nupcial entre sabiduría y caritas (del latín amor y ternura). Son las nupcias de Dios con las monjas, una unión mítica en la que las monjas se casan de blanco como las novias y son las legítimas esposas de la divinidad.
Introduce aquí una idea que no existía entonces. El cristianismo pregona la unión Dios – Iglesia, pero ella dice de la unión de Dios con las mujeres de la iglesia. Las monjas no están sometidas a Dios, son sus pares. Esa unión le da vida el ser humano, vida que queda a cargo de las mujeres.
Diríamos que la abadesa era rebelde porque dentro de su claustro, ella permitía que ingresara todo lo que consideraba justo.
De Bélgica se extendió a Holanda, Alemania, Francia, Italia, Flandes, donde se convocaron comunidades de mujeres; eran viudas, solas, sin trabajo, carecían de protección masculina, y su única opción habría sido la prostitución. En lugar de ello solicitaban entrar al convento y convertirse en monjas. La demanda fue tan desmesurada que cubrió rápidamente el cupo del convento. Entonces comenzaron a agruparse en su entorno, fuera del santuario.
En el origen se trataba de mujeres de clase alta, cultas e ilustradas, de alto nivel económico. Viendo lo que acontecía decidieron ofrecer núcleos habitacionales para alojar a las mujeres que rodeaban el entorno. Se crearon espacios comunitarios con sus propias reglas. No aceptaban mujeres casadas y el aporte era voluntario. A diferencia de lo habitual, aquí nadie tenía que entregar sus bienes, cada cual administraba sus propias pertenencias.
Su estilo de vida implicaba recorrer las calles reclutando mujeres en riesgo, ayudando a los indefensos. El objetivo principal era alfabetizar mujeres y niños. Y el texto que utilizaban para enseñar a leer era precisamente el Cantar de los Cantares. También se desplegaron hacia el arte, la pintura, la música. Trabajos textiles, manualidades, con los que financiaban su peregrinaje callejero. Eran mujeres inteligentes, leían y discutían en grupo, aspiraban a ser letradas y eran bien recibidas.
Siendo católicas, solicitaron un permiso papal, pero jamás les fue concedido. Al no ser legitimadas, no se confesaban, por lo tanto no se consideraban santas ni se disculpaban por sus pecados. Su posición, al no obedecer los mandatos de la Iglesia, las preservaba de las dos instituciones que más sometían a la mujer en aquella época: el matrimonio y la Iglesia.
Y escriben sus historias en 1ª persona como el Cantar. No se trata del amor romántico de los trovadores, tampoco del amor cortés de la época. Para ellas el amor se eleva al grado de la perfección.
Desarrollaron una producción literaria considerable que se llamó VIDAS y dejó en latín, su estela desde el siglo XII hasta el XV. Son historias de mujeres, relatadas por mujeres, escritas por mujeres independizadas de la Iglesia que hablan de sí mismas, que hablan a otras mujeres. En ese entorno mítico, sagrado, religioso, transcurre su sexualidad, su erótica personal, su experiencia de vida. Es un incentivo para conocerse, explorar y revisar la propia vida. En esa interlocución de unas con otras, generan una escucha nueva que no tenía precedentes. Algunos sacerdotes se acercaban para confesarlas. Otros se ofrecieron para escribir sus historias si ellas no sabían hacerlo.
Grupos de mujeres independientes que se rigen por sus propias reglas, no resulta un buen ejemplo para las autoridades de la Iglesia, más bien se vuelven un peligro para la sociedad. El malestar que generaron derivó en amenazas, y tuvo diferentes resultados en cada región.
Cuando se traza el plan para destruir estos movimiento es imperativo descalificarlas, tildarlas de herejes, vagabundas, vagas, borrachas, prostitutas y luego segregarlas.
Cuando la Iglesia abandona su rol de ofrecer ayuda a los necesitados, vira de modo radical, maximiza su poder y se dedica a perseguir infieles. Lo que adviene como ya sabemos es la INQUISICIÓN. En el siglo XV son quemadas en la hoguera por herejes, brujas… y allí comienza la declinación de las Beguinas. En el Siglo XVI ya nadie habla de ellas, su trayectoria aún existe pero queda oculta en las sombras. Con el racionalismo del siglo XVII pasan a ser visualizadas como figuras que realizan la caridad en diferentes instituciones, (monjas en los hospitales) hasta el día de hoy.
A pesar de haber pertenecido a un registro no oficial, el rastro de su existencia puede localizarse por sus efectos. Gracias a las Beguinas y sus historias cargadas de emoción, de sensaciones y de poesía, el Cantar de los Cantares puede leerse en flamenco, italiano, catalán, portugués, lenguas vernáculas…
Estas historias son las que permanecen durante siglos en el capítulo de Secretos de las mujeres, ocultas en un mundo intermedio que saldrá a luz o no. Hay muchos ejemplos que podríamos seguir. En la cultura china, a través del bordado de la ropa de cama, las mujeres transmitían consejos. El bordado inscribía un lenguaje que solo ellas conocían.
Otro ejemplo es el clásico libro de Historia del Arte de Ernest Gombrich que abarca pintura y escultura de todas las épocas. La artista española María Gimeno consideró de modo entusiasta que su lectura fue parte de su formación. Pasado el tiempo necesario, ella toma conciencia de que su preciosa fuente de conocimientos ha omitido todo el universo de mujeres que formaron parte de la historia del arte. Vemos en youtube su performance (“Queridas viejas”) en la cual con un cuchillo de cocina va intercalando en el mismo libro la información de las artistas que nunca aparecieron.
Y como los secretos suelen dejar rastros de sus vidas reales, también el arte los recoge. Recordemos el lenguaje erotizado de Sor Juana Inés de la Cruz, la escultura de Sta Teresa en “Éxtasis” que exhibe Bernini en 1650 … y los lazos que aún esperan salir a luz.
Hoy podríamos decir que la mujer no es metáfora, es cuerpo, realización de deseo, unión corporal que sostiene en alto, su digno contenido erótico.
Y para finalizar el relato, les reservo otra sorpresa. La última beguina falleció en 2013.
ADENDA SIGLO XXI
Hace 8 años que Sonia está separada de José. El casamiento religioso judío, llamado KETUVÁ es un documento debidamente firmado por ambos cónyuges que permanece guardado por el rabinato.
Su aspiración de obtener el divorcio (GUET), es una decisión que sigue siendo sustentada por el varón, que es quien debe solicitarlo y aceptarlo. Pero José no se lo ha concedido a Sonia, él decidió no firmar la ruptura matrimonial rabínica (GUET), lo cual a instancias de su capricho, seguirán casados ante Dios.
A lo largo de estos años, las demandas al hombre y a los rabinos, se fueron reiterando sin que nadie respondiera al pedido de Sonia. Ella quería obtener su libertad, terminar su vida y entregar su alma sin ataduras que la liguen al padre de su hijo, sin complicaciones que no siente propias. Siguió esperando que se presente la oportunidad pero nunca estuvo dispuesta a renunciar a su deseo.
Harta de recorrer rabinos en el país donde reside y en su país de origen, no logró encaminar el GET, hasta que un día se encuentra con un amigo que frecuenta las instituciones judías y le cuenta su situación, le explica lo que no consigue hacer fluir su demanda. Grande fue su sorpresa cuando escucha la respuesta de su amigo.
- ¿Por qué no hablas con la esposa del rabino… te aseguro que ella te va a escuchar!
Nunca se le había ocurrido dar un paso así. El tema está siempre en la órbita religiosa y los rabinos, varones de entonces, son quienes administran, aconsejan y conducen las gestiones, garantizando la fidelidad al Señor.
Sonia saboreó la idea. Era una senda impensada, alentadora, promisoria, pero sobre todo, jamás transitada.
Conocía a la esposa del rabino, estaba en su zona, habían compartido tareas y estudios de la comunidad. Con cierta turbación, decidió enviarle un mail.
- Buen día Bet, no sé si te acuerdas de mi, soy Sonia… Estoy en contacto con el rabino Shin cada tanto, pero necesito ser escuchada por una mujer. Estoy en situación de Aguná [1]. Solo una mujer podría identificarse conmigo. Cuando puedas, cuando quieras, me gustaría hablar contigo.
La respuesta fue inmediata
- Hola Sonia, te llamo más tarde
La propia rebetzn, la llamó por teléfono a la noche, en franca apertura a lo que Sonia le pediría.
Escuchó el pedido y prometió ayudarla. No podía menos que comprenderla cuando a su propia hija le había sucedido lo mismo. Le dijo a Sonia que hablaría con su marido.
Al día siguiente vuelve a llamarla para anunciarle que el domingo sería recibida por Shin.
Mientras tanto el rabino ya se había comunicado con José quien le había prometido que le concedería el divorcio a Sonia. El costo que ascendía a 1500 euros, lo tendría que abonar ella. Pero, acota también el rabino, confía que cuando tuviera el get en la mano, él solicitaría del marido que pagara la mitad como correspondía.
- Beezrat Hashem, todo irá bien.
Agradecida, Sonia, anuncia a Bet que si recibía esa mitad, se la obsequiaría a la hija, que fue a su vez víctima de violencia de género. Lo haría en agradecimiento a su madre Bet que la está ayudando donde nunca nadie lo hizo. Agrega que saber dar y saber recibir se torna un círculo bendito que podría ampliarse. Bet se conmovió y respondió
- Nunca he recibido un mensaje que me emocione tanto como el tuyo.
Queremos reafirmar que una mujer puede lograr remover el orden establecido para mejorarlo. A veces habría de hacerlo por vías inesperadas, diferentes y secretas. A veces logrando la colaboración del hombre. Otras veces, el “cómo” solo cabe situarlo en “Los secretos de las mujeres”.
[1] Aguná (en hebreo, anclada o encadenada) mujer judía atrapada en su matrimonio religioso según determina la halajá (ley judía) cuyo marido se niega o no puede concederle el divorcio (get). Se requiere que el hombre lo otorgue por propia voluntad. Sin un get, no podrá reconocerse un nuevo matrimonio y un hijo de otro hombre, será ilegítimo. Varios tipos de soluciones sin aceptación de la comunidad religiosa.