Pensamos la violencia como un desborde inherente a la pulsión. Atravesada por la cultura, adquiere variantes de acuerdo a las posiciones y deseos en juego. Utiliza las capacidades del desarrollo simbólico para mostrar y esconder su polisemia, actúa sin palabras o estalla en dispositivos y discursos que la justifican. Como tal, ha sabido transmutarse siguiendo la estética y los valores de cada época (…)
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